PROYECTO: PACO GALIÑANES ESTUDIO.
En los alrededores de Santiago de Compostela, Casa Vidalverde se despliega en una sola planta como una extensión del paisaje. Con materiales tradicionales como la piedra y la madera, el proyecto diluye los límites entre interior y exterior, conjugando arquitectura e interiorismo en un refugio cálido, sereno y natural.
FOTOGRAFÍAS: ROI ALONSO.
En las inmediaciones de Santiago de Compostela, Casa Vidalverde plantea una manera de habitar íntimamente vinculada al paisaje gallego. Concebida en una sola planta y con una generosa superficie de setecientos metros cuadrados, la vivienda se organiza de forma extensiva sobre una parcela de tres mil metros cuadrados, en estrecho diálogo con la vegetación. Cada estancia mantiene una relación directa con el exterior, borrando los límites entre arquitectura y entorno, entre interior y jardín.
El acceso a la casa se presenta como un gesto de transición pausada. La piedra del exterior penetra en el vestíbulo, donde se encuentra también la madera en su estado más noble, propiciando una continuidad material sin estridencias. La ausencia de perfilerías en los huecos acristalados potencia la sensación de ligereza, dejando que la mirada fluya libremente hacia el verde.
El proyecto responde a un deseo claro por parte de los propietarios: vivir en contacto directo con la naturaleza sin renunciar al confort contemporáneo. Para ello, el volumen de la vivienda se fragmenta en piezas que permiten reducir la escala y acompañar el relieve del terreno, generando distintos patios y zonas de sombra. Los porches actúan como umbral térmico y visual, protegiendo del clima atlántico al tiempo que prolongan el interior hacia el exterior.
La zona de día se articula como una secuencia continua entre cocina, comedor y salón, conectada visual y físicamente con el jardín. La altura generosa de los techos y el uso de celosías de madera permiten integrar iluminación y aportar calidez. En el centro, una pieza longitudinal define los usos y organiza el espacio sin imponer barreras. El comedor exterior se sitúa bajo cubierta, como una estancia más que se abre al aire libre.
En la zona de noche, cada dormitorio disfruta de un vínculo único con el paisaje. La suite principal se ordena a partir del cabecero, que estructura el espacio y acompaña el paso hacia el vestidor y el baño. La luz natural entra filtrada por celosías, creando una atmósfera serena y envolvente. La presencia de patios ajardinados entre los distintos volúmenes refuerza la idea de continuidad y acompaña la circulación entre estancias.
En el exterior, la piscina actúa como un espejo que refleja el cielo y las copas de los árboles. El deck de madera y la vegetación nativa configuran una escena tranquila, pensada para ser recorrida a distintas horas del día. Todo el proyecto está guiado por una idea de armonía discreta, donde los materiales, la proporción y el vacío establecen un diálogo silencioso con el paisaje.