Una casa en forma de L que se abre al bosque desde una plataforma elevada, entre volúmenes que abrazan la privacidad, la luz y el paisaje. La pérgola de acero volado, la piedra, la madera de roble y el microcemento dialogan con la naturaleza en un juego sutil de alturas, transparencias y materia.
PROYECTO: XAVIER COSTA. FOTOGRAFÍAS: JORDI MIRALLES.
En una parcela cercana a un denso bosque de encinas, la vivienda se organiza en forma de L, desplegando sus volúmenes con el propósito de construir intimidad sin renunciar al diálogo con el paisaje. La planta baja se eleva ligeramente sobre la cota de la calle, generando una cota de privacidad que, junto con la disposición de los volúmenes, protege el interior del jardín y lo vincula visualmente al entorno natural.
El acceso se produce en la intersección de los cuerpos que conforman la vivienda. Una puerta pivotante de madera maciza introduce al visitante en un espacio donde los materiales, las proporciones y la luz se alinean para construir una atmósfera serena. Desde el vestíbulo, el eje visual se prolonga hacia el exterior, marcando una continuidad que será constante en todo el recorrido interior.
El espacio de día se abre al jardín a través de grandes ventanales de suelo a techo. La cocina se articula en torno a una isla longitudinal, enfrentada a una gran ventana que enmarca una roca presente en el jardín, gesto que sintetiza la voluntad de integrar lo natural en la vida cotidiana. El comedor se sitúa junto a una larga mesa revestida del mismo material que la isla, con vistas laterales a un muro medianero transformado en jardín vertical.
En el salón, una chimenea suspendida se recoge sobre una repisa que prolonga el pavimento, reforzando la horizontalidad del conjunto. La gran pérgola metálica atirantada que cubre la terraza exterior, sin necesidad de apoyos verticales, acentúa la ligereza de la arquitectura y permite una circulación fluida entre interior y exterior.
La suite principal, también en planta baja, dispone de su propio jardín privado, tanto en el dormitorio como en el baño. Las aperturas se diseñan en función del uso de cada estancia, modulando las alturas y proporciones para garantizar luz, vistas y privacidad.
En la planta superior, un pasillo-biblioteca recorre longitudinalmente la vivienda, articulando las habitaciones tipo suite y reforzando el vínculo con el exterior gracias a una ventana panorámica continua. En el sótano, además de un garaje diáfano y una bodega, se ubica un estudio con baño que recibe luz y ventilación natural mediante un patio interior.
La construcción incorpora soluciones pasivas y activas para optimizar el confort térmico y la calidad del aire. La continuidad de los materiales entre el interior y el exterior, junto con una paleta cromática serena y una carpintería de madera a medida, refuerza la calidez y la coherencia espacial en toda la vivienda.