El estilo americano
PROYECTO: EGUE Y SETA.
El objetivo básico de un apartamento en un barrio moderno de una gran ciudad es ser cómodo, aportar todo lo necesario para vivir en pocos metros cuadrados y, de paso, identificarse con el estilo de los dueños de la casa. En este caso se ha buscado inspiración en los hogares americanos de los años cincuenta para crear un espacio singular.
FOTOGRAFÍAS: VICUGO FOTOS. TEXTOS: PABLO ESTELA.
Este apartamento de setenta y cinco metros cuadrados se inscribe en la operación realizada en el antiguo barrio del Poble Nou de Barcelona, donde se trabaja por reconvertir los antiguos espacios fabriles del distrito 22 hacia su uso residencial.
Los edificios y naves industriales del Poble Nou ofrecen espacios diáfanos, luminosidad y generosa ventilación en una ubicación que con el crecimiento paulatino de la ciudad va ganando centralidad. Lo único que obstaculiza, aún hoy, a la rentabilidad máxima de sus metros cuadrados, es quizás precisamente su “exceso” en relación a los estrictamente necesarios para el desarrollo de una actividad residencial. La operación que requieren con mayor frecuencia los propietarios interesados en ofrecer estos espacios para el alquiler residencial es, por tanto, la división horizontal.
La casa que se muestra es un caso paradigmático de la transformación inmobiliaria y urbana que viven este barrio y la ciudad. Una vivienda que hasta hace poco no lo era y que acabó convirtiéndose en tres. Un espacio en donde antes se alineaban de forma indistinta, continua y perpendicular a los grandes ventanales, mesas y compañeros de trabajo bajo vigas desnudas de hormigón y un alumbrado eléctrico uniforme; y un recinto en donde ahora se alternan, en cambio, espacios para el refugio, la intimidad y el descanso de solteros a destajo o compañeros de vida con contrato indefinido sobre camas y mesas en las que cada uno fabrica poco más que su historia personal, sus relaciones cotidianas más cercanas, sus sueños, sus pesadillas y una parte, siempre tragi-cómica, de su vida.
Un recinto, que como todo hogar, es el escenario en donde se representa la parte menos pública de cada historia: Una escenografía para una obra “coral” cuya diversidad de protagonistas (y necesidades de rentabilidad) ha (re)querido que fuese dividida, como las obras de teatro, en actos.
Comedor, salón y cocina ocupan un espacio único, abierto y compartido, perfectamente iluminado por los ventanales que se levantan a partir de media altura e inundan todo el espacio de luz natural. En el suelo se juega con diferentes texturas: madera de roble, microcemento, porcelánico. Con ello se crean puntos de interés y se diversifica el espacio según sus funciones, añadiendo cierta tensión a las áreas donde se desenvuelve la vida cotidiana. Las texturas siguen en las paredes ofreciendo una riqueza de opciones que se convierte en la personalidad del espacio.
El negro y el gris son los colores que sirven para realzar las piezas y se utiliza con profusión en paredes del salón creando una separación visual muy expresiva.
Los muebles escogidos se encuentran en el catálogo de los clásicos del diseño del siglo XX, son piezas emblemáticas que hablan de calidad de espacio, de confort y de cierto estilo americano que busca la sensación de hogar por encima de todo. Una pared a modo de celosía cerámica plantada con arbolitos aporta el necesario tono de verde al salón. La iluminación es cálida, apoyada en ciertas lámparas de suspensión que emiten una luz de cariz amarillo, idónea para crear rincones de intimidad durante la noche. La mesa del comedor, la zona de lectura, la cocina y el sofá se benefician de este aspecto.
Algunos muebles han sido diseñados a medida para aprovechar al máximo el potencial del apartamento de metros cuadrados reducidos. De esta forma, las estanterías y los armarios se adaptan como un guante al espacio dado y recubren de madera los espacios comunes enfatizando la sensación de hogar del apartamento.